Ya habréis visto que en muchas
recetas utilizamos Buttermilk o, lo que
es lo mismo, suero de mantequilla (también llamado suero de leche en algunos
sitios).
El Buttermilk es un producto
lácteo líquido de color blanco-amarillento, ligeramente menos espeso que la
nata, con un contenido bajo en grasa, y de sabor ligeramente agrio. Por su acidez,
veréis que casi siempre va asociado al uso de bicarbonato que la neutraliza en
parte.
Es muy apreciado como bebida en
los Países Bajos, Alemania y Dinamarca; también en la India y muy utilizado en
EEUU en gran cantidad de recetas. En estos países es muy fácil de encontrar en
las tiendas, aquí no lo es tanto. Yo solía comprarlo en Lidl –de la marca
Milbona- aunque de momento lo han retirado hasta Mayo, cuando se supone que lo
volverán a tener con un nuevo formato.
En ciertas zonas también se puede
encontrar en Aldi, El Corte Inglés o Carrefour (según he leído en diferentes
blogs i foros).
El hecho de no encontrarlo en la
tienda no debe frenarnos a no hacer esa receta que tanto nos apetece, y
teniendo en cuenta que el Buttermilk proporciona una jugosidad deliciosa al
bizcocho y que además no puede ser sustituido por otro producto, la opción que
tenemos es hacer nuestro propio Buttermilk en casa.
Necesitamos:
- 250 ml de leche desnatada o semi
- 1 tbsp (15 ml) de vinagre o zumo de limón
La elaboración es tan sencilla
como echar el zumo de limón o el vinagre (yo me quedo con esta opción) a la
leche. Mejor si no está muy fría, simplemente la sacaremos un rato antes de la
nevera.
Sin removerlo, dejamos reposar a
temperatura ambiente durante 10 minutos aproximadamente. Como siempre os indico
en la elaboración de las recetas, es lo primero que hago después de encender el
horno y antes de empezar con la elaboración.
Pasado este tiempo veremos que
adquiere una apariencia de leche cortada, que no os preocupe ya que esa es la
textura que queremos conseguir, por lo que ya estará listo para utilizar
directamente.
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